Biocombustibles y desarrollo sostenible

Biocombustibles

Girasoles

Nuevo calefactor de aceite usado

Roger Sanders ha creado una versión mejorada del calefactor Madre Tierra, resolviendo todos los defectos del calefactor original.

Este nuevo diseño es sencillo, fiable y fácil de usar. No hace ruido, no necesita electricidad, tiene un flujo de aceite estable y un amplio rango de temperaturas. El encendido y la limpieza son más fáciles.

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«¿Cómo podéis decir que sois ecologistas?» Nos preguntó un escéptico en Hong Kong. «Vuestros Land Rover no son limpios, queman petróleo».

«Um» dijimos pensativos... «si todos los automóviles fueran como los nuestros no harían falta carreteras».

Ninguno de los automóviles que se construyen ahora es tan ecológico como los Land Rover porque estos modelos antiguos duran mucho tiempo:

«Mi Land Rover tiene 41 años y durante este tiempo ha evitado la necesidad de construir al menos otros cinco vehículos». Propietario de un Land Rover, Inglaterra, Lista de Correo de Propietarios de Land Rover, 1999.

Nuestro crítico reconoció que nuestros vehículos son bastante ecológicos, pero no su combustible. No planeamos ensuciar el aire con humo asqueroso durante todo el viaje desde Hong Kong hasta Ciudad del Cabo. Existen combustibles mejores que podemos producir nosotros mismos.

¿Por qué producir biocombustibles?

Tenemos tres motivos para producir biocombustibles: diponer de combustible durante nuestro viaje, ayudar a las comunidades rurales a ser autosuficientes, y como actividad educativa para las escuelas. El biodiésel y el etanol son limpios y se pueden producir a pequeña escala a partir de recursos renovables.

Para la producción local de energía pueden combinarse varios métodos, según los recursos de cada lugar. Los biocombustibles pueden mover vehículos y maquinaria, calentar edificios y generar electricidad.

Existen muchas alternativas. Por ejemplo, en una aldea donde cultiven maní (cacahuete), los aldeanos pueden elegir entre vender la cosecha, alimentarse de ella o producir biocombustibles, o pueden hacer las tres cosas a la vez. Con el aceite de maní se puede cocinar o producir biodiésel. La torta que resulta de la extracción del aceite tiene muchas proteínas que pueden alimentar al ganado. Los restos de la cosecha y el estiércol pueden compostarse para fertilizar el suelo o fermentarse para obtener metano (que también es un biocombustible). De esta manera una sola cosecha proporciona aceite, alimento para el ganado, fertilizante y gas. Si la cosecha es de cereales, puede fermentarse y destilarse para conseguir etanol. En este caso la torta residual también es buen alimento para el ganado.

¿Alimento o combustible?

En los últimos años han aparecido muchas críticas en contra de los biocombustibles. Se ha dicho que son incluso peores que los combustibles fósiles y que su producción condena a millones de pobres a pasar hambre, que son un crimen contra la humanidad. Las selvas tropicales están siendo sustituidas por cultivos para biocombustibles. Las tierras se dedican a dichos cultivos en vez a la producción de alimentos, lo que provoca escasez y que aumenten los precios. En decenas de países han ocurrido disturbios por este motivo.

Las autoridades estiman que la crisis alimentaria hace pasar hambre a otros treinta millones más de pobres, y advierten que el número de nuevos hambrientos podría aumentar hasta 290 millones. Culpan de esto a la producción de biocombustibles.

¿De verdad son tan malos los biocombustibles? En parte sí, pero no es tan sencillo. Es el sistema productivo el que causa hambre. En primer lugar, no todos los biocombustibles son lo mismo.

GRAIN, una ONG internacional que promueve la agricultura sostenible, definió lo que NO son los biocombustibles en un excelente informe de sesenta páginas en junio de 2007. El informe trata sobre el daño que está causando la «moda» de los biocombustibles.

«Pensamos que el prefijo bio (que viene de la palabra griega para vida) es totalmente inapropiado para la destrucción que se está haciendo.

«Por eso, siguiendo el ejemplo de las ONGs y movimientos sociales de Latinoamérica, nosotros no hablamos de biocombustibles ni de energía verde. Agrocombustibles es un término más apropiado para expresar lo que está ocurriendo: los agronegocios producen combustible a partir de las plantas como un producto más de la derrochadora y destructiva economía capitalista.»

Informe completo: www.grain.org/nfg/?id=502

Los verdaderos biocombustibles, que no causan ningún daño, están siendo producidos en todo el mundo por pequeños productores que se autoabastecen, procurando emplear los recusos renovables de su entorno.

Ninguno de los argumentos en contra de los agrocombustibles es aplicable a la producción artesanal a pequeña escala. Los verdaderos biocombustibles son limpios, renovables y sostenibles.

Como todos los cultivos de los agronegocios, los agrocombustibles son cultivos industrializados que consumen petróleo, liberan gases contaminantes, destrozan el suelo, empobrecen a los habitantes locales, y no son sostenibles de ninguna manera.

Las objeciones a los biocombustibles entendidos como agrocombustibles son en realidad objeciones a la agricultura industrializada y a la economía global que lo convierte todo en un negocio sin importar las consecuencias.

Con el aumento de la demanda de agrocombustibles en los países ricos, los agronegocios destruyen grandes superficies de selva tropical para plantar palma aceitera. Esto no es nuevo, ocurre desde hace mucho tiempo, pero ahora lo están haciendo a mayor escala y con menos escrúpulos.

El hambre tampoco es nueva. El número de personas hambrientas se ha mantenido constante en unos 850 millones durante veinte años. Actualmente se estima que hay 862 millones de personas que no tienen nada que comer, y que 3.000 millones están desnutridas; casi la mitad de la población mundial.

Desde enero de 2008 el profesor Robert Watson, director del Department of Environment Food and Rural Affairs (DEFRA) del Reino Unido, el asesor científico del gobierno británico John Beddington, su predecesor en el cargo David King, y un informe de la British Royal Society; todos ellos acusan a la producción de biocombustibles de destruir la selva tropical, de competir con la producción de alimentos, y de causar más emisiones contaminantes de las que evitan. También afirman que los biocombustibles no son todos iguales.

El informe de la ONU IAASTD World Agriculture Report es el trabajo de más de 400 científicos durante cuatro años, el mayor estudio de este tipo que se ha hecho nunca. Dice: «La producción de biocombustibles a pequeña escala puede crear oportunidades, especialmente en regiones aisladas y países donde los costes de transporte dificultan el comercio y la importación de energía.»

El informe de la British Royal Society mencionado más arriba (royalsociety.org/displaypagedoc.asp?id=28914) dice que hay que valorar cada biocombustible según sus cualidades. Según John Pickett, coautor del informe: «Existen diferencias entre unos biocombustibles y otros. Los beneficios y los posibles daños dependen de cómo se hagan el cultivo y la transformación, y del uso que se dé al combustible».

Consulta también: ¿Alimento o combustible?

¿Cuánto biocombustible puede producirse? ¿Cuánta tierra sería necesaria?

Son dos preguntas muy frecuentes. Las respuestas suelen ser: «Nunca hay suficiente combustible» y «hace falta demasiada tierra». ¿Son las respuestas correctas?

Para calcular la capacidad de producción de biocombustibles se tienen en cuenta la superficie de tierra disponible, el rendimiento de los cultivos y su velocidad de crecimiento. Estos cálculos están basados en el consumo actual y en la demanda prevista para el futuro.

Parece obvio que cuanto mayor sea el rendimiento del cultivo más energía se consigue en relación a la superficie cultivada.

La gran diferencia que hay entre la demanda de combustible y la capacidad para producirlo ha despertado mucho interés por los cultivos oleaginosos de gran rendimiento, especialmente por las algas oleaginosas (que hasta ahora solo han dado resultados en pruebas de laboratorio), la palma aceitera, y el etanol de celulosa (que todavía no está desarrollado).

En agricultura, el rendimiento del cultivo no es el único factor, no siempre es el más importante. Para un agricultor tiene más sentido plantar un cultivo de menor rendimiento si los subproductos que proporciona son más útiles, o necesita menos trabajo, o fija más nitrógeno en el suelo, o se ajusta mejor a la rotación de cultivos. También puede que un cultivo de menor rendimiento sea más adecuado para un sistema integrado de producción de biocombustibles. Las estimaciones sobre la cantidad de terreno necesaria no suelen fijarse en cosas como la producción integrada de biocombustibles en la misma explotación agraria. En esas estimaciones se pasan por alto muchos factores importantes.

Agricultura sostenible

Son muchas las similitudes entre el cultivo sostenible de materias primas para biocombustibles y el cultivo sostenible de alimentos.

Se dice que las explotaciones industrializadas a gran escala son más eficientes. Se concentran en la producción de un único cultivo con rendimientos buenísimos, con métodos de producción en masa que dependen de fertilizantes y pesticidas químicos y necesitan combustible fósil. La agricultura industrializada genera el 14% de los gases de efecto invernadero, la misma cantidad que genera el transporte.

Una explotación agraria sostenible puede producir la mayor parte del combustible que necesita, o tal vez todo, a partir de los subproductos y residuos de las cosechas, sin dedicar tierra a los biocombustibles. La agricultura sostenible es otra forma de considerar el problema de la cantidad de tierra que necesitan los biocombustibles, puesto que necesita menos tierra y menos combustible para cultivarla. Aunque las explotaciones sostenibles requieren menos combustible que las explotaciones industrializadas «convencionales», los rendimientos y la producción no disminuyen.

Agricultura urbana

Según la FAO, en 1993 el 15% de todos los alimentos del mundo se produjo en granjas urbanas; suficiente para alimentar a 900 millones de personas. Ese 15% fue producido reciclando materia orgánica de las mismas ciudades y sin ocupar tierras de cultivo.

La agricultura urbana se está extendiendo en todo el mundo, tanto en los países industrializados como en los no industrializados. Muchas ciudades tendrían problemas para procesar sus residuos orgánicos si no fueran reciclados por las granjas urbanas para alimentar animales, crear compost y fertilizantes.

Estos métodos se ajustan muy bien a la producción local de biocombustibles, que puede integrarse fácilmente en la agricultura urbana. Por ejemplo, en los países industrializados solamente se recicla el 10% del aceite de fritura, el resto acaba en las alcantarillas. Es mucho aceite desperdiciado que podría convertirse en combustible.

Como los periódicos, los frascos de cristal y las latas, el aceite de cocina no puede reciclarse convenientemente sin iniciativas locales. El reciclado tiene que empezar en el lugar de origen de los desechos. En todo el mundo los productores locales de biodiésel están reciclando aceite de cocina para convertirlo en combustible limpio y de calidad.

De la misma manera puede producirse alcohol combustible a partir de residuos urbanos en pequeños alambiques. La torta sólida que queda tras la destilación contiene muchas proteínas buenas para alimentar a los animales. De los vertederos puede sacarse mucho metano para cocina y calefacción, y los sedimentos pueden compostarse para convertirlos en fertilizante.

¿Puede producirse de esta manera energía suficiente para 900 millones de personas? Probablemente sí. ¿Cuánta tierra es necesaria? Ninguna.

Autoabastecimiento: las talukas de India

Esta es otra respuesta a la pregunta ¿cuánta tierra es necesaria?:

«Hicimos un estudio en India que demostró que es posible atender a la demanda de energía de un grupo de cien localidades únicamente con energía de la biomasa.» -- Dr. Anil K. Rajvanshi, director del Nimbkar Agricultural Research Institute (NARI). Aquí está el estudio del Dr. Rajvanshi:

Microchips to Potato chips - Talukas can produce all, publicado en Economic Times el 24 de mayo de 1998. Anil K. Rajvanshi, Maharashtra, India. education.vsnl.com/nimbkar/taluka.html

Talukas can provide critical mass for Insia's sustainable development, Anil K. Rajvanshi, Current Science, Vol. 82, Nº 6, 25 de marzo de 2002 education.vsnl.com/nimbkar/criticalmass.html

Las talukas de India son agrupaciones de entre 80 y 100 localidades contiguas que se asocian para ser autosuficientes en la producción de alimentos y energía. Una taluka puede verse como un sistema de aprovechamiento de la biomasa y el agua de lluvia con una población de unos 200.000 habitantes. En India hay miles de ellas. Una de las talukas estudiadas producía 100.000 toneladas al año de residuos agrícolas aprovechables para producir energía de biomasa. En conjunción con cultivos para biocombustibles, podría producirse anualmente la energía equivalente a 30 millones de litros de productos petrolíferos, cubriendo las necesidades locales de energía y creando 30.000 empleos.

El estudio del Dr. Rajvanshi se convirtió en la base de la Política Nacional India sobre la Autosuficiencia Energética de las Talukas en 1997. Está siendo implantado en todo el país por el Ministerio de Fuentes de Energía No Convencionales.

Un enfoque distinto

La solución no es reemplazar los combustibles fósiles por biocombustibles, simplemente porque reemplazar a los combustibles fósiles no es una opción. El consumo actual de energía, especialmente en los países desarrollados, es insostenible de todos modos, sea cual sea su origen.

Gran parte de la energía se desperdicia. Esto es lo primero que debe corregirse, en vez de intentar reemplazar los 60.000 millones de galones de diesel mineral y 120.000 millones de galones de gasolina que devora EE.UU. cada año, por no hablar de la electricidad y el combustible para calefacción. («EE.UU. gasta tres veces más y Canadá cuatro veces más energía en sus edificios que Suecia, aún teniendo en cuenta las diferencias climáticas.» Energy Saving Now)

«Para un suministro sostenible de energía hacen falta una gran reducción del consumo, grandes mejoras en eficiencia energética, y descentralizar del suministro de energía, todo ello acompañado por las energías renovables que ya están disponibles, teniendo en cuenta las características particulares de cada lugar.»

En cambio la gente va tras el espejismo de los cultivos de gran rendimiento con la esperanza de encontrar la respuesta correcta a una pregunta mal planteada.

En la mayoría de los países industrializados los biocombustibles se consideran como un producto agrícola más que como una verdadera fuente de energía, y están controlados por las grandes empresas de la agricultura industrial. En EE.UU. los principales productores de soja controlan el National Biodiesel Board, mientras el negocio del etanol para combustible está en manos de los principales productores de maíz.

La agricultura industrial centralizada basa la producción de biocombustibles en monocultivos destructivos y contaminantes (pesticidas, tala de bosques), que dependen totalmente del petróleo. Si se producen de esa manera, los biocombustibles ya no son ecológicos ni renovables. Esa no es la manera de acabar con el petróleo.

Una vez cosechada, la materia prima es tratada de la misma manera irracional que los alimentos, que son transportados miles de quilómetros innecesariamente antes de llegar a los consumidores, lo que supone un derroche de energía injustificado. Asimismo, ¿Por qué malgastar energía transportando materia prima a una lejana instalación para el procesado centralizado a gran escala, y luego malgastar aún más energía transportando otra vez el combustible terminado al lugar de origen de la materia prima, en vez de procesarlo y consumirlo en el mismo lugar?

Mejor a pequeña escala

Por supuesto, hay economía de escala en la producción de combustibles fósiles, pero no en la producción de biocombustibles y alimentos, como vimos más arriba con el ejemplo de la agricultura urbana. Las posibilidades de la producción local de biocombustibles son infinitas, pero es difícil comprenderlas desde la perspectiva de la era moribunda de los combustibles fósiles baratos y abundantes, con su sistema productivo controlado desde arriba, centralizado y dependiente de las grandes inversiones.

La desaparición de los combustibles fósiles no tiene por qué ser un cataclismo. La pintoresca idea de que la «vida sin petróleo» nos conducirá inevitablemente a la muerte de millones de personas, y que para los supervivientes será un retorno a los tiempos medievales, simplemente no tiene sentido.

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